Ríos que desaparecen

En el desierto no llueve casi nunca.

Pero si alguna vez llueve muy fuerte se puede formar un río en pocos momentos sin que sepas de dónde ha salido.

Un relámpago surca el cielo, retumba el trueno y una fuerte lluvia empieza a caer sobre el suelo duro y seco, con tanta intensidad y tan rápidamente que el agua resbala sobre la tierra igual que sobre el asfalto de las calles de las ciudades.

El agua avanza siguiendo el desnivel del suelo y se encauza por fin en los barrancos secos.

Brama con furia, arrastra malezas y se convierte en un río revuelto que corre por el desierto arrastrando arena y rocas y arrasando cuanto encuentra a su paso.

Pero cuando la lluvia cesa, el agua del río deja de moverse.

Rápidamente empapa la arena y el río desaparece casi tan deprisa como apareció.

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