Una ciudad sepultada

 

 

Hace más de dos mil años, los romanos crearon un extenso imperio y una gran cultura, tan importante que de ella deriva mucha parte de la cultura occidental de hoy.

De ese imperio han quedado numerosas huellas, imponentes ruinas y muchísimos escritos, pero nada tan revelador de la vida cotidiana de esos hombres como las grandes pinturas murales que se han encontrado en la ciudad de Pompeya.

Pompeya era una ciudad romana del sur de Italia situada cerca de un volcán, el Vesubio. Un día, este volcán, que siempre había estado inactivo, comenzó a arrojar lava. Ríos hirvientes bajaban por sus laderas sepultando cuanto encontraban en su camino. Casi todos los habitantes de Pompeya abandonaron la ciudad; pero algunos no quisieron dejar sus casas y se quedaron en ellas. Cuando el volcán cesó de arrojar lava, Pompeya ya no existía, estaba sepultada bajo seis metros de tierra.

En los siglos siguientes, otros hombres ocuparon aquel territorio. Hasta el año 1689, nadie advirtió que debajo de sus casas estaban los restos de la antigua ciudad romana.

Se excavó en el suelo y apareció la ciudad de Pompeya, tan bien conservada que hasta las pinturas de las casas podían verse con claridad. Estas pinturas son interesantes, más que por su belleza, por lo que nos dicen de la vida de sus creadores.

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