Mi sentido del tacto

Los nervios que recorren mi espalda están mucho más separados que los nervios de mis dedos. Por eso, cuando dos lápices tocan mi espalda, yo sólo me doy cuenta de uno hasta que los dos lápices se encuentran muy separados.

Una aguja pincha. Una manzana es suave. El hielo es frío. Un almohadón es blando. Yo sé cómo es cada una de estas cosas gracias a los nervios que hay en mi piel.

Los nervios de mis dedos están muy juntos. Por eso mis dedos tienen un gran sentido del tacto. Supongamos que monto en bicicleta un día muy caluroso. Hay nervios que me dirán que el manillar quema. Otros nervios me dirán que el metal es duro. Otros nervios me dirán la fuerza con que pedaleo. Y quizás algunos nervios me digan que me he hecho daño en un dedo.

Veo solamente con los ojos. Oigo solamente con los oídos. Huelo solamente con la nariz. Saboreo los alimentos solamente con la lengua. Pero el sentido del tacto se extiende por todo mi cuerpo.

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