Yo y mi familia

Mis padres, mis hermanos y yo formamos una familia y vivimos en una casa. Pero también pertenecen a mi familia mis abuelos, mis tíos y mis primos. A los que viven conmigo los conozco muy bien, y ellos me conocen a mí. Nos queremos a pesar de que cada uno tiene sus defectos y a veces se enfada con los otros. Pero el amor es más fuerte que las discusiones diarias y lo arregla todo.

Yo

Yo me llamo María Antonia. Tengo siete años, pero hace poco que los he cumplido. Soy nerviosa. Soy traviesa. Soy juguetona. Cuando quiero, soy trabajadora, pero cuando no quiero soy un poco perezosa.

Soy charlatana y me gusta hacer payasadas.

Soy delgada, un poco alta.

Soy dormilona. Tengo los ojos castaños y el pelo negro. Me gusta sentarme mal. Me gusta escribir en la pizarra y también borrarla. Yo soy «ye-ye». Tengo unos pocos mimos.

M.a Antonia (7 años)

La familia

La familia es como una rosa. Los abuelos son las raíces, los padres son las ramas y los pétalos los hijos. En conjunto, es una hermosa rosa.

Lo bueno que hay en la familia es la madre, que cuida a sus hijos y limpia sus lágrimas.

El padre es el que pone orden en la casa, el que lo arregla todo.

Los abuelos son los mayores de la familia; debido a ellos existe la familia.

La familia es lo más hermoso que puede soñar un hombre. José Alberto (10 años

Mi padre

Mi padre es mediano de estatura; es moreno de pelo y moreno de piel.

Tiene seis hijos y va a tener otro en verano. Siempre está en el teléfono: habla de asuntos.

Llega siempre muy cansado porque trabaja mucho. El siempre está de buenas, menos algunas veces que se enfada.

A él le gusta escribir a máquina. También le gusta ir a casa de mi abuelo cuando es su santo. M.a Dolores (10 años)

Cuando sea mayor subiré al pico más alto y desde arriba veré a todo el mundo pequeñitos como hormigas, y seré la única niña

que habré subido a la montaña más alta. ¡Quiero que llegue pronto el día que sea mayor!

B. I. (6 años)

A mis botas

¡Hola! ¿Cómo estáis?

¿Queréis jugar conmigo?

Me parece que estáis cansadas.

¿Os agradaría poneros en mis pies y caminar mucho, mucho, mucho…? Después descansaríamos un rato en un prado o en la cama… ¡Ay, botas, botas, tan viejecitas, me parece que tendremos que llamar al médico!

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