El niño maltratado

Cada año los médicos intervienen en miles de casos de niños que han sido golpeados, quemados, mal nutridos o abandonados por sus padres. Estos son los niños maltratados y los padres que lo han hecho padecen lo que los médicos llaman el síndrome del niño maltratado.
Por lo general estos padres anormales maltratan a su hijo porque llora demasiado, es difícil de alimentar o se ensucia constantemente. Los padres que sufren el “síndrome del niño maltratado” consideran el comportamiento de su niño como “perverso”, “terco” o “sucio”. Esperan que su hijo se comporte de un modo utópico para su edad. Aunque el niño se comporta del modo habitual en la mayoría de los niños de su edad, estos padres piensan que les desafía. Erróneamente, para educarlos, les golpean, les dejan pasar hambre o abandonan su cuidado en otros aspectos. Muchos niños han sufrido lesiones permanentes como resultado de tal tratamiento. Otros han muerto.

Padres que maltratan a sus hijos
Este tipo de padres se da en todas las razas, clases económicas y a todos los niveles de educación. Más de un 90 % de ellos no son perturbados mentales o especialmente agresivos. Estudios que se han llevado a cabo muestran que durante su infancia, los padres que maltratan a sus hijos se vieron a su vez privados —en mayor o menor grado— del cariño, amor y responsabilidad de sus padres. Todos tuvieron padres que quisieron obligarles a seguir los rígidos y absurdos
esquemas de conducta que pretenden adoptar ahora con sus hijos.
Los padres que maltratan a sus hijos, por lo general niegan que sean incapaces de un auténtico cuidado paterno. Afirman que no se apresuran a satisfacer las necesidades de su hijo tan pronto como éste las formula porque no quieren mimarlo. También dicen que castigan a su hijo cuando lo merece, por su propio bien
La mayoría de los padres que maltratan a sus hijos, en realidad los quieren y se sienten preocupados por su salud. Pero a veces se enfurecen tanto, a causa de la aparente negativa de su hijo a satisfacer sus esperanzas irreales, que pierden el control de sí mismos. Tanto si castigan al niño golpeándole como privándole de comida o de afecto, es a veces suficiente para traumatizar al niño, física o emocionalmente. Después de dañarle, buscan ayuda médica. Pero raramente admiten una responsabilidad sobre el estado del niño.
A menudo los padres que maltrataron a sus hijos inventan la excusa de un accidente para explicar la lesión. Dicen al médico que la herida se debe a que el niño cayó de su silla. Aunque un examen físico pruebe que la caída no pudo provocar la herida, algunos padres, insistirán en que esa lesión es la primera que el niño ha sufrido y lo afirmarán incluso cuando una profunda investigación médica demuestre que el niño fue maltratado repetidamente.
Muchos de estos padres esperan demasiado de sus hijos y en consecuencia consideran que éstos se hallan por debajo del nivel medio de inteligencia. Explican al médico que el niño es torpe y se golpea con frecuencia, aunque éste descubre que el niño es ágil y no se golpea fácilmente. Pueden decir al médico que el niño es irritable y atrasado, pero el examen demuestra que es normal, afectuoso y con una inteligencia media.
La inconsistencia en el relato de los padres acerca de cómo se produjo una lesión, puede conducir al médico hacia la sospecha de que los padres sufren “el síndrome del niño maltratado.” El deber del médico después de tratar al niño —y si está convencido de que su estado actual se debe a que ha sido maltratado— es informar de sus hallazgos a las autoridades judiciales y tribunales tutelares de menores. Dichas autoridades efectuarán las diligencias necesarias para que los padres reciban el tratamiento necesario.

El tratamiento de padres que maltratan a sus hijos
Los padres que padecen el “síndrome del niño maltratado” necesitan un tratamiento especial si es que se quiere que vuelvan a la normalidad y que el niño se halle a salvo de un posterior maltrato. A menos que los padres inicien un tratamiento intensivo antes de que su hijo tenga tres años de edad, el niño puede quedar traumatizado física o emocionalmente para siempre.
Cuando un niño lesionado pasa por un examen médico debe comprobarse si las heridas han sido causadas por un verdadero accidente o por malos tratos. Si la lesión fue provocada por malos tratos los padres serán examinados psiquiátricamente a fin de averiguar si uno o ambos se hallan mentalmente enfermos. Si durante el examen psiquiátrico uno o ambos padres revelan que siendo niños no tuvieron el suficiente cuidado paternal o fueron físicamente maltratados por sus progenitores, puede decirse que esta familia responderá al tratamiento. La teoría es que si los padres son conscientes del motivo que les impele a maltratar a su hijo, harán un esfuerzo para corregirse.
Para que el tratamiento tenga éxito se necesita un terapeuta (la persona que trata a los padres). Puede ser un psiquíatra, un pedíatra, un asistente social, una enfermera de la sanidad pública o una persona no profesional que trabaje en lo que se llama “servicio de ayuda familiar”.
Independientemente de los conocimientos y de la preparación técnica, lo más importante son las cualidades personales del terapeuta. Los padres
que han maltratado a sus hijos se sienten solos y desamparados y son hipersensibles a cualquier crítica. El terapeuta debe ser natural y afectuoso con ellos al mismo tiempo que crítico. Debe saber ganarse la confianza y ser paciente para tratar de conseguir que sus clientes lleguen a una solución práctica del problema por medio del diálogo directo y abierto.
Su meta es lograr que los padres confíen en otros adultos, tratar de ayudarles a enfrentarse con sus propios sentimientos de soledad y desamparo y hacer que los superen definitivamente. El tratamiento consiste en capacitar a los padres para que puedan educar a su hijo de un modo aceptable y menos exigente.
Después del tratamiento empezarán a mitigar los severos esquemas de su conducta con los que pretendían educar a su hijo, al tiempo que se sentirán felices con él, abandonarán la atención de sus propias necesidades y darán primacía a las del niño.
Si este tratamiento empieza a tiempo.es intensivo, consistente y dura lo suficiente, el niño se verá cada vez en menor peligro de ser maltratado. Al cabo de un cierto tiempo, la familia funcionará normalmente y el niño se hallará totalmente a salvo. Pero si el tratamiento se interrumpe antes de tiempo, los malos tratos pueden empezar de nuevo.
Los padres que durante su infancia fueron dañados emocionalmente, no son capaces de efectuar de repente todo el largo proceso de maduración. Sólo con tiempo y los buenos cuidados de un terapeuta, se obtendrá una mejora.

El maltrato del niño y la ley
En el siglo pasado todos los países habían aprobado leyes limitando el derecho por parte de los padres a infligir a sus hijos castigos “crueles o poco comunes”.
En algunos países la ley dice que informar acerca de casos de maltrato infantil es deber de médicos, profesores, asistentes sociales y otros ciudadanos, protegiéndolos contra posibles demandas legales.
Después de que una denuncia ha sido investigada, las autoridades encargadas de proteger al niño pueden pedir al juzgado que le ponga bajo la custodia del Estado hasta que los padres sean dados de alta de su tratamiento. En ciertas ocasiones es necesario separar definitivamente al niño de sus padres.

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