Los Cinco Hermanos Chinos

 

por Claire Huchet Bishop y Kurt Wiese


Eranse una vez cinco hermanos chinos, todos exactamente iguales. Vivían con su madre en una pequeña casa cerca del mar.

El Primer Hermano Chino podía tragarse toda el agua del mar. El Segundo Hermano Chino tenía un cuello de hierro. El Tercer Hermano Chino era capaz de estirar sus piernas hasta el infinito. El Cuarto Hermano Chino no podía quemarse. Y el Quinto Hermano Chino podía aguantar indefinidamente la respiración.

Cada mañana, el Primer Hermano Chino salía de pesca y, pasara lo que pasara, volvía al pueblo con un pez raro y bellísimo que había capturado y que conseguía vender a buen precio en el mercado.

Un día, al salir de la plaza del mercado, un muchacho le detuvo y le pidió que lo llevara a pescar con él.

—No, no es posible —dijo el Primer Hermano Chino.

Pero tanto porfió en sus ruegos el muchacho que, finalmente, el Primer Hermano Chino consintió:

—Con una condición —dijo—. Tienes que obedecerme en seguida.

—Sí, sí —prometió el muchacho.

Al día siguiente, muy de mañana, el Primer Hermano Chino y el muchacho fueron a la playa.

—Recuerda —dijo el Primer Hermano Chino—, debes obedecerme en seguida. Cuando te haga una señal, vuelves sin tardar.

—Sí, sí —prometió su compañero.

Entonces, el Primer Hermano Chino comenzó a tragar agua del mar. Y todos los peces quedaron en seco, en el fondo. Y todos los tesoros del mar aparecieron al descubierto.

El muchacho estaba entusiasmado. Corrió de aquí para allá, llenando sus bolsillos de extrañas piedras, extraordinarias conchas y algas fantásticas.

Cerca de la orilla, el Primer Hermano Chino recogió algunos peces, mientras continuaba reteniendo el agua en la boca. Pronto se cansó. ¡Es muy pesado aguantar el mar! Así pues, hizo una señal al muchacho para que volviera. Éste la vio, pero no le hizo caso.

El Primer Hermano Chino realizó con sus manos grandes movimientos que querían decir: «¡Vuelve!» Pero, ¿creéis que el chico se preocupó? ¡Ni en sueños! Aún se alejó más.

El Primer Hermano Chino sintió que el mar se hinchaba dentro de él, y llamó otra vez al muchacho con gestos desesperados. Pero éste le contestó con una mueca y echó a correr tan lejos como pudo.

El Primer Hermano Chino aguantó hasta sentirse casi a punto de reventar. De pronto, el mar se abrió camino en su boca, volvió furiosamente a su lecho… y el muchacho desapareció entre las aguas.

Cuando el Primer Hermano Chino volvió solo al pueblo, fue arrestado, metido en prisión y, después del proceso, se le condenó a ser degollado.

En la fecha señalada para la ejecución, dijo al juez:

—¿ Quiere su excelencia concederme permiso para despedirme de mi madre ?

—Me parece justo —respondió el juez.

Así, el Primer Hermano Chino fue a casa… y el Segundo Hermano Chino volvió en su lugar.

Toda la gente del pueblo se había reunido en la plaza para presenciar la ejecución. El verdugo empuñó su espada, la levantó y dio un golpe con todas sus fuerzas. Pero el Segundo Hermano Chino se levantó sonriente. Era el que tenía el cuello de hierro, y no era posible cortarle la cabeza. Todos se enfurecieron mucho contra él y decidieron que debería morir ahogado.

El día de la ejecución, el Segundo Hermano Chino dijo al juez:

—¿ Quiere su excelencia permitirme que vaya a despedirme de mi madre?

—Es justo que lo hagas, —dijo el juez.

Así, el Segundo Hermano Chino fue a su casa… y el Tercer Hermano Chino volvió en su lugar.

Lo embarcaron en una

nave que zarpó mar adentro. Cuando estuvieron lejos de la costa, en medio del océano, arrojaron por la borda al Tercer Hermano Chino.

Pero éste comenzó a estirar y estirar las piernas, hasta que sus pies llegaron al fondo del mar, y siempre su cara sonriente quedaba sin sumergirse sobre la cresta de las olas. Sencillamente, no podía ahogarse.

Al ver aquello, todos se enojaron y decidieron que muriera en la hoguera.

El día de la ejecución, el Tercer Hermano Chino dijo al juez:

—¿ Quiere su excelencia concederme permiso para despedirme de mi madre?

—Es justa tu petición —dijo el juez.

Así, el Tercer Hermano Chino fue a su casa… y el Cuarto Hermano Chino volvió en su lugar.

Fue atado y colocado sobre la hoguera.

Toda la multitud se había reunido allí. En medio de las llamas, oyeron que decía:

—¡Cómo me gusta!

—¡Que traigan más leña! —rugió el pueblo.

El fuego se hizo cada vez más fuerte.

—Ahora sí que va bien esto —dijo el Cuarto Hermano Chino, que era el que no podía quemarse. Pero se fueron encolerizando cada vez más y decidieron que muriera asfixiado.

El día de la ejecución, el Cuarto Hermano Chino dijo al juez:

—i Quiere su excelencia concederme permiso para que vaya a despedirme de mi madre?

—Estás en tu derecho —dijo el juez.

Así, el Cuarto Hermano Chino se fue a su casa… y el Quinto Hermano Chino volvió en su lugar. En la plaza del pueblo se había construido en gran horno, que se llenó de crema batida hasta los topes. El Quinto Hermano Chino fue metido con una pala en el horno de la crema batida.

La puerta se cerró y la muchedumbre se quedó esperando.

¡No iba a engañarlos otra vez! Permanecieron allí toda la noche, e incluso hasta bien entrada la mañana, para mayor seguridad.

Luego, abrieron la puerta del horno y le sacaron. El se desperezó y dijo:

—¡Buena siesta he hecho! Todos se quedaron con la boca y los ojos muy abiertos. Pero el juez se adelantó y, dirigiéndose a él, dijo:

—Hemos tratado de librarnos de ti de todas las maneras posibles, pero no lo hemos conseguido. Se deberá, sin duda, a que eres inocente.

—¡Sí, sí! —gritaron todos.

  • lo dejaron en libertad para que volviera a su casa.
  • los Cinco Hermanos Chinos con su madre vivieron felices durante muchos, muchos años.

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Nathaly

¡Uno de mis cuentos preferidos!!

Edilma

Excelente unidad familiar.

anyi

Shn???????????:S:S:-(?????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????????

Oscr Mantilla

Mi Hermano me leia estos cuentos porque a mi no me gustba,

Sofía Villamarín

Me gusta mucho estos cuentos, me los lee mi papá, sigan comentando. Hasta pronto.

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