Cabello, Cadera, Calambres, Calor, Cáncer, Catarro, Ceguera, Chuparse el pulgar

Cabello, cuidado del

El color, textura y abundancia del pelo de un niño, son características físicas que dependen de la herencia, pero el brillo, vitalidad y atractivo dependen de la salud general del niño y del cuidado que recibe.
El cabello del niño necesita un cepillado diario, de duración suficiente como para eliminar la caspa, darle brillo y estimular su crecimiento, y se iniciará en cuanto sea lo suficientemente largo para ello, no utilizando peines o cepillos duros que pueden arañar o irritar el cuero cabelludo. Los niños con el cabello corto necesitan menos cepillado.
Los peines y cepillos del cabello son tan individuales como el de los dientes, debiéndose limpiar con frecuencia con agua jabonosa.
El niño que es peinado y cepillado a diario necesita un lavado de pelo cada semana o cada diez días. Para ello se utilizarán sólo champús suaves, ya que los fuertes pueden irritar y estropear el cabello. Hasta la adolescencia, el niño tiene muy poca grasa y los champús suaves son suficientes.
En una niña con el cabello largo deben evitarse las colas de caballo, porque estiran demasiado el pelo y lo rompen.

Al llegar a la adolescencia, pueden aparecer en el cuero cabelludo unas pequeñas escamas denominadas caspa, que se desprenden y caen. El lavado de la cabeza semanal la disminuye, así como el cepillado o masaje de diez minutos diarios. Si la caspa es excesiva, incontrolable y va acompañada de picores e inflamación del cuero cabelludo, se consultará al médico, por si hubiera alguna enfermedad.
El niño debe aprender a cuidarse el cabello desde pequeño. Si se le elogia cuando lo hace bien, se sentirá estimulado.

Uno de los momentos más adecuados para lavar el pelo de un niño
es cuando está en la bañera. Si inclina la cabeza hacia atrás, se evitará que le vaya
champú a los ojos.

Cadera, dislocación congénita.

En la dislocación congénita de la cadera, la cabeza del fémur no se halla en el hueco formado por los huesos de la pelvis. Aunque se desconocen las causas de esta malformación, se cree que la herencia es uno de los factores más corrientes. Es un defecto que se presenta con más frecuencia en las niñas que en los niños. Las dislocaciones congénitas de la cadera son una de las causas más comunes de la posición defectuosa de los pies (pie bot con los dedos desviados hacia dentro).
La dislocación congénita sólo afecta por lo general a una cadera. En este caso, la pierna de este lado es más corta que la otra. Los pliegues de la piel en las nalgas y en la parte superior del muslo son diferentes. Una cadera dislocada impide que el músculo tome su posición normal y puede hacer difícil colocar los pañales al lactante. Si esta particularidad no se descubre antes de que el niño empiece a andar, probablemente cojeará ostensiblemente.
Si existe la sospecha de que el niño tiene la cadera dislocada, se consultará al médico, ya que es necesario iniciar rápidamente un tratamiento adecuado para evitar problemas más serios. Este tratamiento consiste en colocar unas tablillas que mantienen las caderas en la misma posición que las ancas de una rana. En los casos más graves, es necesario enyesar la cadera o proceder a efectuar una intervención quirúrgica.

Calambres

Son contracciones repentinas y dolorosas de un músculo o grupo muscular. Pueden presentarse en cualquier parte del cuerpo pero los más frecuentes son los de las piernas y los del estómago.
Los calambres de las piernas se dan generalmente por la noche, pudiendo despertar al niño cuando se localizan en la pantorrilla o el muslo. A veces se alivia el dolor por medio del masaje de los músculos afectados.
La causa más común de que los calambres afecten al niño son los pies planos; la curvatura anormal del pie tira de los músculos, que se contraerán con calambres en el período de reposo. Si es así, unas plantillas le mejorarán.
El dolor producido por esta afección, puede ser causado también por una úlcera, intoxicación alimentaria, un trastorno emocional, etc.
En las niñas pueden aparecer calambres o espasmos abdominales e intestinales durante la menstruación.
La aplicación de calor puede aportar una mejoría, pero de no producirse en unas 36 horas, será necesario llamar al médico.
Véase también Cólico; Colitis; Contractura muscular de los atletas; Dolores del crecimiento; Intoxicación alimentaria; Menstruación; Pies planos

Calor, agotamiento por el

El agotamiento por el calor es una de las reacciones del cuerpo ante el exceso del mismo. Generalmente ocurre cuando el niño suda demasiado y su cuerpo pierde mucha agua y sales. No es lo mismo que la insolación, ya que un niño con ago

Si el niño sufrió un agotamiento por el calor, se le llevará a un sitio fresco y se le dará agua, llamándose al médico lo antes posible.

tamiento por el calor continúa sudando, mientras que si hay insolación, no.
En el agotamiento por el calor hay palidez y debilidad, pudiendo haber náuseas, vómitos y pérdida del conocimiento. La piel aparece húmeda y pegajosa y el pulso es débil e irregular. Se llevará al niño a un lugar más fresco, pero sin dejar que se enfríe súbitamente, y se llamará al médico.
Para prevenir un agotamiento por el calor, es mejor vestir al niño con ropas no muy ajustadas, ligeras y de color claro. No se le dejará que juegue violentamente cuando el calor es extremo y se procurará que beba mucha agua y que tome sal en cantidad suficiente. En casos de calor extremo, el médico puede recetar pastillas de sal a los niños un poco mayores. Los baños de agua tibia ayudan a aliviar los síntomas del agotamiento a causa del calor.

Cáncer

El cáncer es una enfermedad que se caracteriza por un crecimiento rápido e incontrolado de células de la sangre u otro tejido del organismo. Dichas células destruyen a las demás y ocupan su lugar. Si el cáncer no es diagnosticado precozmente, puede extenderse de una parte a otra del cuerpo y provocar la muerte. No es común que afecte a los niños, pero cuando esto sucede, es la enfermedad que provoca más muertes entre los comprendidos entre uno y catorce años. No se conocen todavía las causas que lo provocan.
Si el cáncer ataca a la sangre, se producen un número excesivo de glóbulos blancos, llamándose a este proceso leucemia y siendo el tipo de cáncer más común en la infancia. Los primeros signos son anemia, cansancio, pérdida de apetito, aumento de volumen de los ganglios linfáticos y una fiebre persistente de más de 38°. La leucemia es mortal en la mayoría de los casos.
Cuando el cáncer ataca un tejido del organismo, aparece un tumor (bulto). No todos los tumores son cancerosos y a los que no lo son, se les llama tumores benignos.
Los tumores cancerosos pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo —huesos, ojos, ganglios linfáticos, músculos, piel, testículos—. Cualquier bulto visible’y que crece con rapidez puede ser un signo de cáncer. Otros síntomas son la pérdida de peso, anemia y una fiebre inexplicable, con alteración del crecimiento normal.
Los tumores del cerebro pueden producir un trastorno en la marcha del niño, así como dolores de cabeza, vómitos repetidos, convulsiones, desviación de los ojos (estrabismo), visión doble y pérdida de la conciencia. Los de la medula espinal provocan a menudo trastornos al andar, envaramiento de la espalda o dificultades en el acto de orinar.
Para diagnosticar el cáncer, los médicos se sirven de análisis de sangre, radiografías y exploraciones de la medula ósea. Generalmente, los tumores, tanto benignos como malignos, se extirpan mediante una operación. Cuando se trata de un cáncer maligno, el cirujano extirpa también los tejidos alrededor del tumor para asegurar que no queden células cancerosas. De otra manera, el cáncer podría volver a brotar. También se recurre a la radioterapia y a ciertos medicamentos contra los tumores cancerosos. La curación de un tumor depende del tipo del mismo, de su localización y del grado de desarrollo.
Véase también Leucemia

Catarro

Los signos del “resfriado común” o catarro, al cual todos los padres están acostumbrados, son estornudos, nariz tapada o aumento de la secreción nasal, dolor de garganta y tos. Los resfriados pueden ser producidos por varios tipos de virus. Estos son lanzados al aire por una persona que tose o estornuda; si el niño o cualquier persona cubre su boca y nariz al toser o estornudar, disminuye el número de gérmenes que son lanzados a la atmósfera ambiente.
No es necesario llamar al médico en los catarros leves, sin fiebre o con unas pocas décimas. En cambio se le debe avisar si el niño tiene una fiebre de 38,5° o más, si además de fiebre se queja de dolor de garganta, si el resfriado parece grave o dura más de un tiempo prudencial.
Debido a que los virus del resfriado disminuyen la resistencia del niño a las bacterias que causan infección del oído, sinusitis u otras enfermedades, el médico puede prescribirle algún antibiótico para prevenir o tratar dichas complicaciones. Sin embargo, los antibióticos no tienen ningún efecto sobre los virus. En realidad no hay nada especial que cure un resfriado y todo lo que se puede hacer es mantener al niño lo más tranquilo posible, seguir las instrucciones del médico y recordar los puntos siguientes:

■ Si un niño con un resfriado no se siente muy enfermo y tiene sólo unas pocas décimas de fiebre, no es necesario que guarde cama. Cuando se sienta enfermo, él mismo deseará estar en la cama.
■ Se aliviará la fiebre, si la hay, con aspirina a la dosis adecuada a la edad del niño o con otro producto antifebril, recomendado por el médico.
■ Generalmente, la tos no debe tratarse, ya que es una ayuda para limpiar el tubo aéreo, bronquios, tráquea, etc., de la mucosidad y de otras sustancias irritantes.
De todas maneras, si el niño tose tan frecuentemente que se cansa, se irrita la garganta o le impide dormir, el médico prescribirá algún medicamento para aliviar la tos.
■ Se puede mitigar la inflamación de nariz y garganta si se mantiene cierto grado de humedad en la habitación. Esto es muy recomendable en los recién nacidos.
■ Se limpiará con cuidado la nariz del niño de la secreción excesiva de mucosidades, para evitar que se le irrite la piel de aquella zona. Se utilizarán gotas o nebulizaciones nasales sólo cuando el médico lo indique. Cuando la nariz de un recién nacido se obtura, el médico posiblemente recomendará succionar con una jeringa las mucosidades causantes de este trastorno.
■ El mismo niño será el que decida cuándo quiere beber y comer, pero no se le debe forzar.
Los niños pequeños, generalmente tienen sólo catarros suaves, con aumento de la secreción nasal y tos. De todas maneras, esto puede molestar en gran manera al recién nacido, ya que al tetar le cuesta respirar por la nariz, que se encuentra obstruida. Un recién nacido tiende a desarrollar con más facilidad bronquitis, infecciones del oído medio, neumonía y otras complicaciones; por ello, cualquier persona con un resfriado debe mantenerse alejado de él. Si la persona que le cuida tiene un resfriado, debe tratar de no respirar directamente en la cara del niño y lavarse las manos antes de tocar cualquier objeto que el niño pueda poner en su boca, como alimentos, cucharas, juguetes, tetinas, etc.
Véase también Alergia; Bronquitis; Crup; Dolor de garganta; Enfermedades contagiosas; Fiebre; Fiebre del heno; Garganta, inflamación causada por una bacteria de tipo estreptocócico; Gotas nasales; Humidi- ficación; Laringitis; Medicamentos; Oído, dolores de; Pulmonía; Sarampión; Sinusitis; Tos; Tos ferina; Virus

Si el niño tiene dolor de garganta y la temperatura aumenta por encima de la normal, se llamará al médico. Entretanto, probablemente le apetezca estar en cama.

Ceguera de colores

Es la imposibilidad de distinguir algunos de ellos entre sí. El niño que tiene esta afección, puede ver algunos colores, generalmente el rojo y el verde, de color gris. Son muy pocos los niños que ven todos los colores en gris.
En la mayoría de los casos, la ceguera para los colores es un trastorno hereditario, que no afecta a las mujeres. Más de 4 de cada 100 hombres padecen este trastorno, al que no se ha encontrado ninguna solución.
Las personas que padecen ceguera para los colores no se dan cuenta de su defecto, ya que han aprendido a utilizar los nombres de los colores como todo el mundo y no se percatan de que no los ven como los demás.
Si un niño de 5 ó 6 años tiene dificultad en identificar los colores, debe ser examinado por un oftalmólogo. Algunos síntomas pueden ser que lleve inadvertidamente los calcetines desemparejados, uno de cada color, o que si se le pide un determinado lápiz de color de una caja, tenga dificultades en la elección.
Véase también Herencia

Chuparse el pulgar

Para un niño, chuparse el pulgar es tan natural como comer. Succionar es una tendencia y necesidad básica del recién nacido, ya que solamente se alimenta succionando, pero en algunos niños, la tendencia es mucho más acusada que en otros. Aunque queden satisfechos con los biberones o el pecho de la madre, parecen más contentos si siguen chupándose el pulgar o algún otro dedo. Es normal que lo hagan. No obstante, si ello constituye una preocupación para los padres, éstos deberán hacerse las siguientes preguntas:
“¿Abrazo lo suficiente a mi hijo?” Casi todos los lactantes desean el contacto con su madre, ser mecidos, besados y que les canten una canción de vez en cuando.
“¿Se aburre?” Quizá pasa mucho tiempo solo en la cuna y tiene pocos objetos a mano para explorar. El aburrimiento es un estado que puede afectar tanto a un recién nacido como a una persona adulta.
Cuando el niño tiene aproximadamente un año, la necesidad de succionar disminuye. Ahora puede significar que tiene hambre o constituir un medio agradable para adormecerse. A menudo esta tendencia se desvanece cuando cambian sus hábitos en cuanto al sueño. Si persiste después de los dos años, es evidente que sirve para satisfacer una necesidad de otra índole. Quizás el nacimiento de un hermano le ha impulsado a desear ser otra vez un recién nacido. Tal vez siente vergüenza cuando las personas adultas le hacen ver demasiado a menudo su defecto o le comparan con sus compañeros de juego. Puede ser un modo de aliviar su soledad o expresar un deseo de ser acariciado.
Los padres no se deben dejar influir por los que insisten en que ellos no se lo permitieron a sus hijos y deben dejar al niño tranquilo, no hablarle de ello y mucho menos castigarle, reñirle o humillarle por esta causa.
No se le debe untar el pulgar con productos desagradables y tampoco impedírselo por la fuerza. A menos que existan problemas que le causen tensiones anormales, dejará de chuparse el dedo por sí solo.
Una de las consecuencias que más se debe tener en cuenta es el efecto que el chuparse el dedo durante demasiado tiempo puede tener sobre la posición de los dientes, forma de la boca y maxilares.

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